Baile en Catedral.Se las conoce como “Church
Rave” y se hacen en un templo ortodoxo
Del inglés al español, la palabra “rave” se traduce como “delirar”. Las
primeras fiestas rave, décadas atrás, nacían y terminaban casi secretas, en
edificios abandonados y con clima libertario. Después, se volvieron capitalistas.
Pasaron a festivales caros y exclusivos para que las multitudes “deliren” con
DJs-celebrities. Ahora, un grupo de músicos de la electrónica se propone dar
vuelta esa tendencia con una rara experiencia que –con algo de marketing, como
todo– busca recuperar el viejo espíritu. La fiesta se celebra una vez por mes en
el centro porteño y lleva el nombre de “Church rave”. ¿Qué tiene de raro? El
house, tech house y tecno estalla en lo que tiempo atrás fue una capilla
cristiana de la comunidad sirio-libanesa.
El templo, en Suipacha al 800, perteneció a la Iglesia Católica Apostólica
Ortodoxa de Antioquía. Con los años se transformó en sala de conciertos y, si
bien en los 80 ya se usaba para recitales de rock (tocaron Soda Stereo y Sumo,
entre otras leyendas), preserva la estética y las señas religiosas. En la
entrada, un friso con dos apóstoles. Adentro, se baila en la construcción en
forma de cruz cristiana y con cúpula. Donde deberían estar los bancos, la gente
sacude los pies. En el lugar del sacerdote, el ritual queda a cargo de los DJ’s
y sus punchi punchi punchi. La acústica de la iglesia, aunque fue aggiornada,
acompaña las sensaciones.
Se ve ladrillo a la vista, como en los templos levantados a principios del siglo
pasado, columnas adornadas con angelitos, techos altísimos, ventanas alargadas y
algún vitreaux.
“Es una movida under y la idea es que sume ese espíritu místico”, Luis Masi,
sociólogo y uno de los DJ que organiza estas fiestas. “Queremos que la música
electrónica no sea sólo el circuito mainstream y que la gente no tenga que
apiñarse frente al escenario, de cara al DJ y haciendo colas para todo, sino que
se recupere la verdadera fiesta comunitaria”, asegura.
Masi y su socio, el DJ John Perez, que pasó años en Nueva York, enfatizan que en
las “Church rave” sólo está el personal de seguridad obligatorio. No hay sector
VIP, no hay derecho de admisión, no hay patovicas preparados para pelearse, las entradas son limitadas. Tocan músicos electrónicos del
under. Una noche de delirio místico con pocas limitaciones. Las luces acompañan
el tema religioso y se refuerza la paradoja santidad-pecado con bailarinas
vestidas con hábitos religiosos y hot. Los que pinchan los discos, aunque tocan
desde un escenario que fue altar, están cerca del llano. La gente sube, les
camina por al lado y bebe con ellos. El clima tiene algo de la bohemia loca de
las fiestas que se hacían en los 90 en Berlín, tras la caída del muro, cuando
todo era libertad. Pero en Make You Dance, la empresa que fundaron los DJ, dicen
que la inspiración fueron las “Church rave” que para la misma época se armaban
en el boliche Limelight, en Manhattan, en el edificio de una iglesia gótica
construida en 1844.
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