Diez joyas para redescubrir la antigua Buenos Aires

Las visitas guiadas por el Casco Histórico no dejan de crecer: en 5 años pasaron de 7 a 50. Bajo la consigna “Conocer, valorar, proteger”, atraen a más vecinos que turistas.

Es miércoles al mediodía pero en Avenida de Mayo 560, por un par de minutos, se puede dejar atrás el ajetreo. Entre robustas columnas de ónix, la escalera del Pasaje Roverano, vestida con mármoles y bronces, invita a viajar a la coqueta Buenos Aires de comienzos del siglo XX. A cazar vistas de locales enmarcados con diseños de curvas refinadas y rectas graciosas, o de la antigua peluquería donde se atendía Jorge Bergoglio, hoy Papa.

Pero, para muchos, la sorpresa está en el subsuelo. El tiempo apenas alcanza para evocar a Antoine Saint-Exupéry, autor de "El Principito", yendo presuroso, en los '30, a retirar cartas de la oficina de la Compañía Aérea Nacional para llevarlas hasta la Patagonia en su monoplano. Ultimo escalón y ahí está: acceso directo –y casi solitario– a la estación Perú del subte A. "Aunque no es popular, esa entrada distinguió al Roverano desde que se reconstruyó, en la década de 1910", dice Rubén Forace, guía de las visitas al Casco Histórico que organiza la Ciudad.

Gratuitos y temáticos, con lugares no siempre abiertos al público, esos recorridos atraen cada vez más: pasaron de 880 personas en 2010 a 3.503 en 2014 y este año ya convocaron a más de 2.300. ¿Turistas? "No, sobre todo, porteños y del Gran Buenos Aires", afirma Andrea Cerletti, de la Dirección de Casco Histórico. "Y esto nos interesa mucho, porque el eje de nuestro programa es conocer para valorar, valorar para proteger", explica.

La oferta de itinerarios también creció de siete a 50 en esos años. Y se diversificó. Está la pulpería-museo Quilapán, casa de estilo colonial en la que el dueño, el francés Gregorio Fabre, cuenta cómo encontraron tesoros, entre ellos, parte de una pared de 1720, "de las más antiguas de Buenos Aires". Y está la sede de la Fundación Cassará, de 1902 , restaurado , donde un paseo salpicado por Art Noveau y mármol de Carrara lleva a una terraza con vistas cercanas de las fachadas de Avenida de Mayo al 1100.

En esta nota se bosquejan trazos de ésos y otros ocho espacios. La clave siempre es descubrir. Llevarse una forma distinta de mirar la Ciudad también es un buen destino para estos viajes.

 

*Pasaje Roverano/Avenida de Mayo 560/Hipólito Yrigoyen 561

No sólo tiene una entrada directa al subte A.  Desde Casco Histórico (CH), los guías Rubén Forace y Sebastián Albertini recuerdan cómo testimonia cambios en la Ciudad: los hermanos Angel y Pascual Roverano abrieron en 1878 el edificio de dos pisos sobre Victoria –hoy Yrigoyen–. Diez años después, empezaron a trazar Avenida de Mayo. Expropiaban las construcciones para demolerlas. Los Roverano cedieron 135 m2 y pidieron indemnizar a los inquilinos afectados, por lo que la Municipalidad les dio una medalla. En 1912, el arquitecto Eugenio Gantner ideó el espacio actual: 7 pisos, subsuelo y fachada estilo francés donde estaba el fondo: la flamante Avenida de Mayo. Fue inaugurado en 1918 y todavía mantiene, como dicen desde el CH, “el encanto de la Belle Epoque”.    

*Pulpería Quilapán/Defensa 1344

El francés Gregorio Fabre dice que cuando llegó con su mujer Tatiana a esa casa tipo colonial lo único que sabía era que quería respetar su historia. De pulperías, nada, hasta que descubrió un libro de Carlos Moncaut, quien las investigó por 30 años. “Hasta ocho metros de tierra llegamos a quitar”, recuerda. Y valió la pena: con arqueólogos, encontraron parte de un muro de 1720  –de los “más antiguos que quedan”– cuchillos hechos con huesos y restos de cerámica europea que exhiben, entre otras joyas. En el patio apareció un aljibe que estuvo un siglo enterrado por una glicina, “trasplantada”. El local abrió en 2005, con delicias artesanales de todo el país. Sapo. Una pianola mecánica de los ’20 y rollos de la fábrica Pampa de Barracas. Cartelitos con versos de Borges. Panel solar. “Bienvenidos parroquianos”, concluye.

*Edificio Massará/Avenida de Mayo 1190

Rasgos de sobriedad  clásica y de  profusión  barroca. La terraza ofrece vistas únicas: cara a cara, recortes del  Hotel Castelar (1928) o de la Unión Industrial (22). Y panorámicas , otro imán.  Hecho en 1902, pasó de albergar viviendas de categoría a hotel de estudiantes, y fue abandonado. “Estaba destruido”, resume el arquitecto Cliver Juan Gómez, del estudio de Ana María Carrio, quien recuperó  a mediados de  2000 “la fachada, sus flores de  lis, su  Art Decó, las viejas  y nobles maderas, el piso  –donde se encontraron  zapatos de obreros clavados, que  simbolizarían deseos de prosperidad–, el patio, vitrales”. Y le dio nueva luz con senderos vidriados. Hoy, además de oficinas,  expone  arte (viernes y sábados de 16 a 20, gratis).

*Iglesia dinamarquesa/Carlos Carlvo 257

“Miren”, dice Rubén Forace y señala hacia arriba. “Los bordes, escalonados aluden a la escalera de los ángeles del sueño de Jacob,  según la Biblia”, completa su compañero guía de visitas, Sebastián Albertini. Como al Wulff,  la diseñó Morten F. Rönnow. Inauguró en 1931. El ladrillo a la vista, la torre cuadrada y los detalles abstractos en blanco son marcas de la arquitectura nórdica.  Adentro, cuelga una réplica del buque escuela Copenhague: zarpó de acá en 1928, navegó 1.500 millas y se cruzó con un barco noruego. Fue la última vez que lo vieron.

*Centro Asturiano/Solís 475

Es obra de los arquitectos Pedro Berisso y Rosendo Martínez, en una versión libre del neoplateresco. La fachada está inspirada en la Universidad de Salamanca y una escalera, en las de la Catedral de Burgos. Abrió en 1927 con una sala de teatro, pero desde 1984 hasta octubre del año pasado, cuando la sala reabrió, se usó para actividades privadas. Las 350 butacas , el telón y la imponente araña son de época.

*Edificio Otto Wulff/Belgrano 601 (y Perú)

Lo construyó el danés Morten Rönnow en 1912/4, por encargo de los empresarios Wulff y Nicolás Mihanovich, cónsul del ex Imperio Austrohúngaro.  Fue “La casa de la vieja virreina”  (Rafaela de Vera Mujica y López Pintado,  en 1800) y sede del antecesor del Banco de la Ciudad. Es ejemplo de  la versión alemana del Art Nouveau. Tiene 8 figuras humanas (atlantes), de 5 metros, que representan oficios –y al arquitecto– con rasgos autóctonos,  y animales de la fauna local.

*Edificio Schindler/Caseros al 400

Obra del suizo Christian Schindler, allá por 1910, con casas y locales (hoy gourmet), es una joya del mix de estilos de la Belle Epoque. Como la encargó Alberto Anchorena para directivos de Ferrocarriles del Sur, le decían “El conventillo de los ingleses”. El guía Rubén Forace destaca los “120 metros de fachada ondulante –por las ventanas que se asoman hacia afuera–. Schindler usó hasta la pendiente de la calle para jugar con líneas”.

*Pasaje que forma el edificio de ex obreros de Canale/Defensa 1343

Sin bocinazos. Plantas frondosas, antiguas lozas y pájaros. En 1917, ese predio fue comprado por los herederos de José Canale, inmigrante  genovés que en 1875 abrió una confitería que se convertiría en la popular fábrica. Para obreros suyos, acondicionaron el  pasaje, que conecta 32 unidades con una circulación en forma de T. El Museo de la Ciudad premió el patio (1986) y la conservación (1990).

*Iglesia Ortodoxa Rusa/Brasil 315

La catedral de la Santísima Trinidad abrió en 1901, frente al Parque Lezama, con el estilo moscovita del  XVIII. El plan original fue del arquitecto del patriarcado ruso Mihail Preobrazensky y Alejandro Christophersen –quien hizo el Palacio San Martín– lo adaptó a Buenos Aires. Tiene cinco cúpulas azules, únicas. Iconos. Mayólicas decoradas a mano. Y una representación de la Trinidad  realizada con mosaicos de Venecia en San Petersburgo. 

*Patio de la Procuraduría de las Misiones/Perú 272

Son  dos pisos, hechos de   ladrillo y revestidos con cal.  El conjunto se construyó en 1730  y sobrevive casi completo. Funcionaron las oficinas de las Misiones Jesuíticas, que  estaban al norte de la Manzana de las Luces (Perú y Alsina). Ahí administraban el comercio, albergaban indígenas y funcionaban una escuela y una farmacia.  Fue sede de la Imprenta de Niños Expósitos (1783) y de la UBA (1821), entre otras instituciones.

 

Datos útiles: El cronograma de visitas guiadas gratuitas se publica en el Facebook de Casco Histórico. Requieren inscripción previa a través del mail: visitascascohistorico@buenosaires.gob.ar. 

 

 

 

 
 
 
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